Es
buen
comienzo
para ser
un
colibrí.
Organiza
las memorias,
toma el
pulso a aquella gloria
y
endereza el corazón.
Nunca a
tiempo
para ser
una
verdad.
Siempre
tarde
para dar
con la
razón
que
conquista el sueño cano
olvidado pero
exacto
construyendo
con denuedo
la virtud:
ser arena,
incierta,
en las
botas
del
pintor.