Sin dudar.
Con tiento
recoger los restos
del huracán perfecto.
Huirse
para jugar
en vano gesto
a ser inmortal.
Mientras aquí,
acomodo
de armarios.
Descartes, conteo
de horas
perdidas,
ficciones, repaso
de hojas secas.
Ahora,
de todo
lo que anida
en la certeza
solo queda
manojo de olvido,
y un cesto
repleto de
arena.