Adeptos,
tocados de
invierno
volvemos a ser
esa pieza rota,
aquella tierra
ignota
que atesora
una a una
nuestras huidas.
El deseo invierte
en incontables
modos
de apagar la sed.
Cántame de nuevo
el himno dulce
del amor cobarde.
Y volvamos,
obedientes,
al ritual
exhausto
de desaparecer.
Si en el fondo
nunca ha sido
desertar de un nosotros.
Si el mecanismo consiste
y persiste
en incontables
modos
de escapar de
aquí.
Veinte inviernos
expertos
en reincidir.
Adeptos
a rescatar
Adeptos
a rescatar
aquel
beso
que hizo arder
por una noche
todos los cementerios.