Vienes
en tiempos de
pancarta
de agitar
banderas
y entonar
consignas
que ya dieron
por enterradas.
Tiempos
confusos
de noticias
falsas.
Miedo y rabia,
deseos esclavos,
violencias simbólicas
que nos
desangran.
Tiempos
vertiginosos,
tan estáticos,
de rodeos y
desacuerdos,
posturas que
colapsan
irreconciliables el
mundo
y nos vacían,
día a día,
golpe a golpe,
de sentido.
Llegas
en un punto tan
concreto
de lo ya
globalizado.
De contornos que
se funden,
se confunden,
en esta
virtualidad pasmosa,
deslumbrante,
y aterradora.
En este desfile
de posverdades
que tienden,
universales,
a relativizar
todo valor.
Pero dime,
cómo te
explicaremos
la belleza de
aquel verso,
la solemne
grandeza
de algunos
eternos
que hinchieron
nuestros pechos
hace ya algún tiempo.
Cómo sabremos
guiarte
a través de la tormenta.
Con qué autoridad
pedirte
que seas puño en
la mesa,
semilla del
cambio,
ese cielo
huracanado
que presagia
desvelos
y algunas luchas,
necesarias,
tanto tiempo
postergadas,
por lo justo.
Nacerás,
hijo mío,
como llega
siempre la vida:
aferrada a la
esperanza,
aterida de frío
y desbordando
amor.