¡Viene la tormenta!
Señalas al cielo
dando forma
a múltiples espectros.
Masa informe, sustancia cruda,
que acompaña al ser.
Es el mismo compañero:
amasijo oscuro,
habitante sin nombre
bajo la piel.
En el hueco que separa las costillas,
allá donde aprieta
temeroso el corazón.
¡Viene la tormenta!
Corre, busquemos tejado.
Acércate a mi pecho,
que mis brazos te envuelvan
ahora que aun
soy gigante.
Viene la tormenta,
el monstruo,
tu sombra.
Protegido los enfrentas
en un cuento
divertido
de fantasmas sin pies.
Dices miedo pero
vences y te rindes,
olvidas y te duermes
en este ensayo
inevitable
que es crecer.