Aspiras a entender
la ecuación de la duda,
el contorno del fuego
o el trazado del tiempo.
Pretendes formular
el latido preciso,
la palabra adecuada
que descifre el silencio.
Redactas informes
que apaciguen tus miedos,
que deshagan la espiral
del remolino perfecto.
Pero de pronto la lluvia
moja más que de costumbre.
Se precipitan los techos,
resquebrajan los muros.
De repente una caricia
desintegra referencias
y una a una tus verdades
van perdiendo su sentido.
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