En la trama
que urde
el compás
de esta hilera
de hormigas
asesinas.
Grageas
que acotan
el paso tullido
de un pez
que no olvida.
Recuerdo
el crujir de las piedras,
tu boca en mi cuello
gritando al deseo.
Sordina fue el viento
para canciones de amor.
Fuera
del alcance
del tiempo
tamizo ese instante,
petrifico tu voz.
Insoluble
te encuentro,
indeleble
inconsciente
en tu lucha
por ser.
Y una palabra tuya
bastará para que arda.
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